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Anansi, la luciérnaga y el tigre

La araña, Anansi, era amiga de la luciérnaga y a menudo solían encontrarse para charlar y pasar el rato.

Cuento africano -Las aventuras de Anansi - potopotoafro - luciernaga

Un día, la luciérnaga, invitó a Anansi a acompañarla a encontrar huevos por el bosque.

—Por favor, ven a mi casa después del atardecer y nos iremos juntas a encontrar los huevos le dijo la luciérnaga a Anansi.

Anansi, llegó a la casa de la luciérnaga al anochecer y las dos salieron en busca de huevos.

La luciérnaga, con su luz, era capaz de encontrarlos  fácilmente. Cada vez que pasaba por el campo y desplegaba sus alas, el lugar se iluminaba y podía ver inmediatamente los huevos que yacían bajo la hierba.

Anansi, por su parte, se acercaba sigilosamente a donde estaban los huevos, los recogía y los metía en su bolsa.

Esta colaboración continuó durante un tiempo. Sin embargo, pronto la luciérnaga se dio cuenta de que aquello no le parecía justo.

Cada vez que Anansi recogía los huevos, los guardaba en su saco, sin darle un solo huevo a la pobre luciérnaga, que como ya sabemos hacía parte del trabajo.

La luciérnaga, esperando inútilmente que la araña Anansi recapacitara, siguió realizando sus excursiones nocturnas para recoger los huevos, hasta que un día, molesta con el egoísmo de Anansi, salió volando dejando a Anansi sola y sin ninguna luz.Cuento africano -Las aventuras de Anansi - potopotoafro - luciernaga

Anansi se asustó, pues no veía nada bien en la oscuridad y no tenía ni idea de qué dirección tomar.

De repente, mientras caminaba en la oscuridad, se encontró con una casa.

Ya pensaba tocar a la puerta para ponder entrar, cuando pensó que, siendo de noche y tan oscuro, nadie abriría. Así que pensó en un truco para pasar la noche en un lugar calentito donde seguramente podría disfrutar de los huevos que aún tenía en su bolsa. 

Aunque no estaba seguro de a quien pertenecía la casa, Anansi no dudó en preguntar con su voz más dulce:Cuento africano -Las aventuras de Anansi - potopotoafro - luciernaga

—Querido padrino, ¿puedo entrar? preguntó Anansi.

—¿Quién es? preguntó el tigre desde el interior con su voz gruñona. Al parecer el dueño de aquella morada.

—Es Anansi, tu ahijada respondió Anansi zalamero.

El tigre reconoció de inmediato la voz de la araña y se enfadó bastante al escuchar su voz, ya que ésta ya le había engañado varias veces en el pasado.

También sabía que nunca había tenido una ahijada.

El tigre quiso dar una lección a Anansi y lo dejó entrar en casa.  

—Pasa, mi querido ahijado. ¡Cuánto tiempo sin verte! le dijo el tigre sonriendo maliciosamente . ¿Qué llevas en ese saco?

Anansi, deseosa de estar a buenas con el tigre para poder refugiarse en un lugar acogedor donde pasar la noche, no dudó en decirle:

—Unos deliciosos huevos que he encontrado, ¿Te apetece comer algunos? respondió Anansi.

El tigre asintió inmediatamente. Cogió los huevos de la araña y los puso a hervir en una tetera de cobre. Una vez hervidos los huevos, toda la familia del tigre apareció en la cocina y se sentó a comer con avidez.

El tigre, ofreció algunos huevos a Anasi, pero ésta se asustó y rechazó la oferta.

Cuando la familia del tigre termino de comer, el tigre, sin que le viera la araña, puso un enorme cangrejo en una tetera, que luego cubrió con algunas cáscaras de huevo.

Hecho esto, le dijo a Anansi aparentando ser muy educado:

—He guardado unos cuantos huevos para ti, no sea que luego tengas un poco de hambre puesto que nos has comido nada.

Una vez le dijo esto, se fue a dormir con toda su increíble prole.

A medianoche, cuando todos dormían, Anansi empezó a sentir rugir sus tripas.

—¡Qué hambre tengo! pensó Anansi.

Sin poder resistirlo, se acercó lentamente a la tetera y metió la mano en ella. Casi inmediatamente, el enorme cangrejo pellizcó a Anansi con fuerza en la mano. Tan fuerte pellizcó, que Anansi gritó de dolor despertando al tigre que se hacía el dormido.

—¿Qué pasa Anansi? preguntó el tigre.

—Nada en absoluto —mintió Anansi —. Es sólo una pulga de perro.

El tigre, satisfecho con la respuesta obtenida por la araña, volvió a dormirse rápidamente.

Pero Anansi estaba muy hambrienta. Tan hambrienta estaba que no podía dormir.Cuento africano -Las aventuras de Anansi - potopotoafro - luciernaga

Así que volvió a intentar encontrar los huevos. Esta vez el cangrejo le pellizcó aún más fuerte y volvió a gritar.

—¿Estás bien, Anansi? preguntó el tigre.

—Estoy bien; Es solo que hay un montón de pulgas de perro que me están picando —volvió a mentir Anansi.

Cuento africano -Las aventuras de Anansi - potopotoafro - luciernagaEsta vez el tigre se puso furioso:

—¿Cómo te atreves a quejarte de las pulgas de los perros en mi preciosa casa? —le dijo el tigre a la araña. E inmediatamente, se abalanzó sobre ella para morderla.

Anansi, aterrorizada, corrió para salvar su vida y no miró atrás.

El tigre se detuvo de inmediato y sonrió para sí mismo. Por fin había dado una lección a Anansi por haberlo engañado en el pasado.

Anansi, nunca más volvió a ir en dirección a la casa del tigre.

Con algunos remordimientos, visitó a la luciérnaga algunas veces, pero su familia siempre le pedía que fuera más tarde, diciendo que no estaba en casa.

Y así fue, como la pobre Anansi, nunca más pudo encontrar los huevos.

FIN.

Créditos

  • Locuciones: Eva García Pérez, Alberto Nanclares da Veiga, Santi Mijarra Rodríguez, Ana Díaz Salanova y Camila Monasterio Martín.
  • Grabación, montaje de audio y banda sonora: Camila Monasterio Martín.
  • Mezcla de sonido y masterización: Santi MIjarra Rodríguez.

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Acerca de Potopoto

Plataforma de educación en la diversidad y empoderamiento afro. Editamos cuentos africanos para niños y visibilizamos recursos educativos afrocentrados para la diversidad.


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